1. LA PRIMERA LEY DE LA SEDUCCIÓN
"Si lo entregas todo al principio, te quedarás sin nada".
Las 7 leyes de la seducción
1.1. Seducción y entusiasmo
El enunciado de esta ley constituye un auténtico destilado de sabiduría. "Si lo entregas todo al principio, te quedarás sin nada" es casi una orden que deberíamos tener siempre presente, por lo menos si todavía seguimos teniendo interés e vivir con intensidad esta maravillosa y seductora experiencia que es la vida.
El entusiasmo, concepto clave en lo que se refiere al apasionante mundo de la seducción. Fíjate bien en la enorme diferencia que media entre lo que es que alguien nos "apetezca"… ¡y alguien que nos entusiasme! Aunque aparentemente ambos concepto se encuentran relacionados entre sí, en realidad media un abismo entre los dos.
"Apetecer": hace referencia a un débil deseo, a un capricho, a algo que para lo que, verdaderamente, no hace falta un gran desempeño ni resolución. Nos apetece un helado o un descanso, pero lo que nos entusiasma son asuntos mucho más vitales y trascendentes.
Es muy difícil que podamos seducir a otras personas si desconocemos qué es lo que un ser humano experimenta cuando lo seducen. El único referente que, por el momento, está a nuestra disposición para adentrarnos en el estimulante pero no del todo inofensivo mundo de la seducción, son nuestros propios sentimientos y sensaciones. Si queremos conseguir que otra persona se sienta de una determinada manera, sólo lo podremos lograr si revivimos esa sensación en nuestro interior y deseamos transmitírsela con auténtica convicción.
Si miramos a nuestro alrededor en el mundo cotidiano, no vemos muchas personas seductoras por ahí, ¿verdad? Quiero decir seductoras de verdad, y no simplemente zalameras, encantadoras, halagadoras o excesivamente centradas en la simple exhibición sexual.
Las 7 leyes de la seducción
1.2. Seducción y Optimismo.
Sólo la gente optimista tiene la oportunidad de ser feliz (lo que no quiere decir que toda persona optimista sea feliz, sino que dispone del punto de partida para serlo). Pues bien, no hay, ni por asomo, la menor posibilidad de seducir a nadie si la persona que se plantea la seducción carece del optimismo necesario para dirigir au energía a la consecución de su objetivo.
1.3. Seducción y Autoestima.
¿Y cómo se puede conseguir ese objetivo? Por supuesto hace falta contar con algunas habilidades, algunas de las cuales son de orden puramente social, como la elegancia o el arte de la conversión, algo que en gran medida se puede aprender y entrenar; o incluso imprescindibles, que son de orden emocional. Y eso no te lo enseñan en ninguna escuela.
Me refiero a la autoestima, la asertividad, el autoconocimiento y, en general, la confianza personal en cada uno de nosotros. Sería ingenuo el pretender seducir a otra persona si no contamos con la dosis adecuada de amor propio. Lo diré de otra forma: ¿cómo vamos a poder seducir a otra persona si no nos valoramos a nosotros mismos? Sería algo así como decirle al otro: "No me prestes atención. En realidad no vale la pena el tener una relación conmigo". Si vamos a salir a jugar el partido con espíritu derrotista, lo mejor es que nos quedemos en casa, porque nos van a machacar a goles.
Así que vamos a tener que hacer algo especial. Algo que no a todos nos han enseñado: vamos a desaprender.
2. APRENDIENDO A DESAPRENDER: LAS SIETE LEYES DE LA SEDUCCIÓN.
Este extraño concepto no es el equivalente a olvidar. Al contrario, en el proceso de desaprendizaje aguzamos los recuerdos con un objetivo muy claro como es el de la firme determinación de no volver a cometer los mismos errores en los que incurrimos en el pasado.
Sin embargo, por regla general, repetimos los mismos comportamientos con indiferencia de los resultados prácticos que obtenemos a partir de esos comportamientos. Por ejemplo, hay dos perfiles psicológicos que son totalmente incongruentes con la seducción: la TIMIDEZ y la SOBERBIA. Una persona presumida difícilmente puede tener éxito en sus intentos de seducción porque sencillamente, cae mal a sus interlocutores. Así de sencillo. ¿Y qué ocurre con la persona tímida? Hay dos tipos frecuentes de personas tímidas. Uno de esos tipos, el más evidente, es la persona retraída, nerviosa y encogida. Para los demás que la ven, esa persona es como si llevase un cartel encima de la cabeza en el que se leyese:
¡PELIGRO! PERSONA COMPLICADA. ALÉJESE DE MÍ CUANTO ANTES.
Y así es ciertamente como acostumbramos a reaccionar, lo admitamos o no, ante las personas tímidas de esta modalidad. Evitarlas, porque sanemos que es muy probable que tengan una vida interior, digamos, ligeramente enrevesada (a veces nos dejamos atrapar dada su aparente falta de peligrosidad, pero cuando nos queremos dar cuenta, nos vemos sumidos en una maraña de problemas de los que no siempre es fácil salir).
El otro tipo básico de personas tímidas es la que pertenecen quienes tratan de disimular su timidez y procuran comportase de un modo desinhibido, sin darse cuenta de que los demás percibimos con toda claridad la impostura.
Ahora ya puedo avanzarle algo más acerca de las 7 Leyes de la Seducción. Ya conoces la primera Ley de Seducción (Si lo entregas todo al principio, te quedarás sin nada). En esta ponencia conocerás más en detalle el calado de esta importantísima Ley de Seducción. Fíjate ahora en lo que dice la segunda: Crea tu propio personaje y hazlo creíble. En el libro El Clan de los soñadores Fértiles" (autor: HERMIDA, José) explica en profundidad cómo los personajes de determinadas películas son percibidos por los espectadores como héroes o heroínas, es decir, que son admirables, dignos de emulación y respetables.
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