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EL ARTE DE LA ESTRATEGIA

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Las 48 leyes del poder. Ley 15 APLASTE POR COMPLETO A SU ENEMIGO

Estrategias de Occidente > Las 48 leyes del poder. Robert Greene > Las 48 leyes del poder. Robert Greene 13-24

Empezando por Moisés, todos los grandes líderes de la historia sabían que era necesario aplastar por completo al enemigo al que temían.

(En algunas oportunidades aprendieron esta lección a fuerza de golpes.) Si se deja encendida una sola brasa, por muy débil que sea, siempre se corre el riesgo de que vuelva a desencadenarse un incendio. Se ha perdido más por una aniquilación a medias que por una exterminación total: el
enemigo se recuperará y buscará venganza. Destrúyalo por completo, no sólo física sino también espiritualmente.

Wu Chao, nacida en 625 d.C., era hija de un duque y, como poseía mucho encanto, ingresó en el harén del emperador T'ai Tsung.



El harén imperial era un sitio peligroso, lleno de jóvenes concubinas que competían entre sí para convertirse en la favorita del emperador. La belleza y el carácter enérgico de Wu le permitieron alcanzar con rapidez esa posición, pero, como sabía que un emperador, al igual que cualquier otro hombre poderoso es un ser veleidoso, y que ella podría fácilmente ser reemplazada, no dejó de pensar en el futuro.

Wu logró seducir al libertino hijo del emperador, Kao Tsung, en la única oportunidad que tuvo de encontrarse con él a solas: mientras satisfacía sus necesidades fisiológicas en el orinal real. Aún así, cuando el emperador murió y Kao Tsung asumió el trono, Wu sufrió el destino que la ley y la tradición imponían a las esposas y concubinas de un emperador difunto: le afeitaron la cabeza y la recluyeron en un convento, supuestamente para el resto de su vida. Durante siete arios Wu planeó cómo fugarse de allí. Se comunicó en secreto con el nuevo emperador y trabó amistad con la emperatriz, y así consiguió que se emitiera un edicto real que le permitió retornar al palacio y al harén real. Una vez allí, procuró con adulaciones la amistad de la emperatriz, al tiempo que se acostaba con el emperador. La emperatriz no desaprobó esta conducta; como aún no le había dado un heredero al emperador, su posición era vulnerable y Wu constituía una aliada valiosa.



En el año 654, Wu Chao dio a luz un niño. Cierto día la emperatriz fue a visitarla; en cuanto se retiró, Wu ahogó al recién nacido, su propio hijo. Cuando se descubrió el asesinato, las sospechas recayeron de inmediato sobre la emperatriz, que había estado en el lugar del hecho pocos momentos antes, y cuya naturaleza celosa era conocida por todo el imperio. Ése era, precisamente, el plan de Wu. Poco tiempo después la emperatriz fue acusada de asesinato y ejecutada. Wu Chao fue coronada emperatriz en su lugar. Su nuevo esposo, más afecto a una vida de placeres y distracciones que a las obligaciones reales, cedió con gusto las riendas del gobierno a Wu Chao, que a partir de ese momento se convirtió en la emperatriz Wu.

A pesar de que se encontraba ya en una posición de gran poder, Wu no se sentía segura. Los enemigos que acechaban en todas partes le impedían bajar la guardia. Cuando cumplió cuarenta y un años comenzó a temer que su joven y hermosa sobrina se convirtiera en la favorita del emperador, de modo que la envenenó. En el año 675 envenenó también a su propio hijo y heredero.

Poco después, su segundo hijo - que era ilegítimo pero había pasado a ser el heredero - fue enviado al exilio, acusado de falsos cargos. Y cuando murió el emperador, en el año 683, la emperatriz hizo declarar a su tercer hijo inepto para conducir el gobierno. Todo esto condujo a que fuese su hijo menor, por completo incapaz, quien al fin heredara el trono, mientras ella continuaba gobernando.

Durante los cinco años siguientes se produjeron innumerables golpes palaciegos; todos fracasaron y todos los conspiradores fueron ejecutados. En el año 688 no quedaba en el reino nadie capaz de desafiar el poder de Wu, que se autoproclamó descendiente divina de Buda. En el año 690 sus deseos se vieron cumplidos: fue nombrada Sagrado y Divino "Emperador" de China.



Wu ascendió al trono imperial porque en la dinastía T'ang -que hasta entonces había reinado en China - no quedaba nadie vivo. De esta manera ella fue la regente indiscutida durante más de una década de relativa paz. En el año 705, a la edad de ochenta años, la obligaron a abdicar.

Todos los que conocían a la emperatriz Wu comentaban su energía e inteligencia. En aquella época no había otra gloria al alcance de una mujer ambiciosa, más que pasar algunos años en el harén imperial y luego una vida entera encerrada en un convento. Durante su gradual pero sorprendente ascenso hacia la cumbre del poder, Wu no fue ninguna ingenua. Sabía que cualquier titubeo, cualquier momento de debilidad, significaría su fin. Cuando se deshacía de un rival y aparecía otro nuevo, la solución era muy simple: tenía que aplastarlo de manera implacable, pues de lo contrario la mataría él. Otros emperadores habían recorrido el mismo camino en su ascenso al poder máximo, pero Wu - que al ser mujer, no tenía probabilidad alguna de alcanzarlo - tuvo que ser aún más inescrupulosa e implacable.

El período de cuarenta años del reinado de Wu fue uno de los más largos de la historia china. Aunque la historia de su sangriento ascenso al poder es ampliamente conocida, en China se la considera uno de los gobernantes más capaces y eficientes de ese período.

Los restos de un enemigo pueden volver a cobrar vida, como una enfermedad o una fogata. Por lo tanto, al enemigo debe exterminárselo por completo... Nunca se debe ignorar a un enemigo, creyéndolo débil. Puede tornarse peligroso en cualquier momento, como una chispa en una parva de heno. KAUTILYA, FILÓSOFO INDIO, SIGLO III A C

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