Que el rey o príncipe o regidor de tierra debe amar la justicia como sea ella cabeza de su señoría.
Mucho debe amar la justicia el rey o príncipe o regidor de tierra, como sola ella es la cabeza de su señoría y poderío. Que el príncipe que no es justiciero y no obra justicia no es digno de su oficio ni seguro de si mismo. Y el miedo que los otros han de haber dél, ha él dellos. Y por ende todo príncipe la debe haber y usar y obrar y guardar y mantener, así a lo poco como a lo mucho, así a lo fuerte como a lo flaco, así a lo mayor como a lo menor. Y debe ser en la justicia peso y medida, y balanza derecha que no tuerza más a un cabo que a otro. Y el que usa de la justicia verdaderamente como debe es amado de Dios, y halo por medianero a sus hechos, y ámanlo los pueblos y los buenos y aun los malos, desque van andando, que la poca justicia hace ser muchos malos que lo no serían si la hubiese. Y es causa de todo mal y de toda desordenanza, y perdimiento de tierra. Y a todo regidor cumple de ser más justiciero y fuerte y cruel, que al rey témenlo naturalmente y al regidor por la justicia y ser justiciero y cruel, usando de la justicia sabiamente.
Fernando III de Castilla
Donde dijo el primero sabio: «Justicia es medida derecha y ganancia igual.» Y el segundo sabio dijo: «Justicia es corona de los reyes.» Y el tercero sabio dijo: «Justicia es hermosa virtud en el príncipe.» El cuarto sabio dijo: «Justicia es castigamiento y pértiga de los malos.» El quinto sabio dijo: «Justicia es gloria de los buenos.» El sexto sabio dijo: «Justicia es poblamiento de la tierra.» El seteno sabio dijo: «Justicia es seguranza de pueblo.» El octavo sabio dijo: «Justicia es silla de Dios.» El noveno sabio dijo: «Justicia es enemiga de los diablos.» El décimo sabio dijo: «Justicia es señora de las virtudes.» El onceno sabio dijo: «Justicia es árbol hermoso y acatamiento de los sabios, pedimiento de pueblo, consolación de los pobres, aborrecimiento de los locos, refrenamiento de soberbia, vencimiento de saña, apuramiento de razón, vida segura.» Y por ende a todo príncipe conviene de la obrar y mantener y defender si quiere que sus hechos vayan adelante. Que dijo un sabio a un su amigo, dándole consejo: «Huye de la tierra donde no vieres rey justiciero, y río corriente, y físico sabedor, que ésta aína perecerá.»
XIX. De como debe haber en el rey o príncipe o regidor de reino poca codicia.
Codicia debe haber poca el rey o príncipe o regidor de reino, y debe huir della, como sea la más vil cosa, y en menos tenida de toda las del mundo. Y es raíz de todos males, y destruimiento de todas virtudes, y enflaquecimiento de corazón, y ensuciamiento de voluntad, corrompimiento de seso, familiar de los pecados, perdimiento del alma, denuesto al mundo, aborrecimiento de Dios y de las gentes de buena voluntad. Y tantas desordenanzas y yerros acaecen della que sería luengo de contar. Cerca de sus propiedades los sabios dicen sus dichos ante desto en el tratado de codicia. Pero no deje de ser codicioso de hacer buenos hechos y grandes hazañas y conquistas, y de los bienes y de las virtudes que viere en otros haber, codicia de las haber, y de hacer otras cosas semejantes. Que ésta es la buena codicia, y turable, y gloriosa ante Dios y famosa al mundo.
XX. De como debe ser el rey o príncipe o regidor de reino de buena audiencia a todos los que ante él vinieren.
De buena audiencia debe ser el rey o príncipe o regidor a todos los que ante él vinieren, y remediarlos a todos justamente con justicia igual. Y debe en la semana dos o tres veces dar audiencia al su pueblo, y ver las peticiones por si mismo, porque por ahí podrá saber cuáles son forzadores, y robadores, y obran de malas maneras. Y pueda remediar a cada uno con derecho, que cuando el hecho queda en manos de doctores, lazra [padece] el que poco puede por la traidora codicia, que les roba las conciencias y la voluntad del bien hacer, y les hace juzgar el contrario de la verdad. Y cuando el señor es presente y ve las cosas, el temor les hace sufrir su mala codicia y usar justamente, cuánto más si es conocido por justiciero.
XXXVI. En que el rey no desprecie el consejo de los simples.
No desprecies el consejo de los simples, y sobre gran cosa, o a que se requiera juicio, ayunta a los grandes y a los pequeños, y tendrás en que escoger. Que muchas veces envía Dios su gracia en personas que no se podría pensar, y los consejos son gracia de Dios, y no leyes escritas. Aunque el fundamento de cada cosa sea buena razón, tan aína y más es dotada a los simples como a los letrados, a los chicos como a los grandes poderosos. Y recibe todos los dichos de los que vinieren a ti, que mientras más echan en el saco, más aína se finche.
Alfonso X el Sabio tomando posesión del mar después de la conquista de Cádiz. Matías Moreno. 1866
XLII. En que el rey no se arrebate a hacer ningún hecho hasta que lo piense.
No te arrebates a hacer ningún hecho hasta que primeramente lo pienses, salvo cuando vieres a tus enemigos delante ti. Que aquí no hay que pensar, salvo herir reciamente y pasar adelante.
LIV. En que el rey el su sí sea sí, y el su no sea no.
El tu sí sea sí, y el tu no sea no, que gran virtud es a príncipe ser verdadero, y gran seguranza de sus vasallos.
Fuente: http://www.tusbuenoslibros.com/el_libro_de_los_doce_sabios_anonimo.html
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