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EL ARTE DE LA ESTRATEGIA

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El Arte de la Paz

Pensamiento de Oriente > Jap�n

Morihei Ueshiba (1883 - 1969) fue uno de los m�s grandes maestro de artes marciales de la historia. Aun siendo un anciano de 80 a�os, pod�a desarmar a cualquier enemigo, vencer a cualquier n�mero de atacantes e inmovilizar a cualquier oponente con un solo dedo.

Aunque invencible como guerrero Morihei era sobre todo un hombre de paz que detestaba las peleas, la guerra y toda clase de violencia.

Su camino era el Aikido, que puede ser traducido como "El Arte de la Paz".

El Arte de la Paz es un ideal, pero se desarroll� en la vida en muchos frentes. En su juventud Morihei sirvi� en la infanter�a en la guerra rusa-japonesa; luego enfrent� a piratas y bandidos durante una aventura en Mongolia, y despu�s de dominar varias artes marciales fue instructor de las academias militares de elite en Jap�n. Sin embargo durante toda su vida Morihei sent�a una dolorosa inquietud por las luchas y enfrentamientos que plagaban su mundo: las batallas de su padre con pol�ticos corruptos y sus mercenarios, la devastaci�n de la guerra y la brutalidad de los l�deres militares de su pa�s.

Morihei se encontraba en una b�squeda espiritual y tuvo tres visiones que lo transformaron. La primera ocurri� en 1925, cuando ten�a 42 a�os. Despu�s de vencer a un espadach�n de alto rango al evitar todos sus avances y cortes (Morihei estaba desarmado), sali� a su jard�n. "De pronto, la tierra tembl�. Un vapor dorado surgi� del suelo y me envolvi�. Me sent� transformado en una imagen dorada y mi cuerpo parec�a tan liviano como una pluma. Repentinamente comprend� la naturaleza de la creaci�n: el Camino del Guerrero debe manifestar el Amor Divino, un esp�ritu que abraza y nutre a todas las cosas. L�grimas de gratitud y de gozo corr�an por mis mejillas. Vi a la tierra entera como mi hogar, y al sol, la luna y las estrellas como �ntimos amigos. Todo apego a las cosas materiales se desvaneci�".

La segunda visi�n tuvo lugar en diciembre de 1940. "Alrededor de las dos de la ma�ana, mientras practicaba una purificaci�n ritual, olvid� de pronto todas las t�cnicas de arte marcial que hab�a aprendido. Todas las t�cnicas que mis maestros me hab�an transmitido aparecieron completamente renovadas. Ahora, eran veh�culos para el cultivo de la vida, el conocimiento, la virtud y el sentido com�n en vez de recursos para derribar e inmovilizar a la gente".

La tercera visi�n sucedi� en 1942, durante la peor de las batallas de la segunda guerra mundial y en uno de los per�odos m�s oscuros de la historia humana. Morihei vio al gran esp�ritu de la paz, un sendero que podr�a conducir a la eliminaci�n de toda lucha y a la reconciliaci�n de la humanidad. "El camino del guerrero ha sido mal interpretado como un medio de matar y destruir a otros. Aquellos que buscan la competencia cometen un grave error. Golpear, lastimar o destruir es el peor pecado que un ser humano puede cometer. El verdadero camino del guerrero debe impedir la matanza, es el Arte de la Paz, el poder del Amor". A partir de ese momento, Morihei se retir� al campo y dedic� cada minuto de su vida a refinar y difundir el Aikido, el Arte de la Paz.

A diferencia de los autores de textos cl�sicos antiguos de guerreros como el Arte de la Guerra y el Libro de los cinco Anillos, que aceptan la inevitabilidad de la guerra y enfatizan la estrategia astuta como medio para llegar a la victoria Morihei comprendi� que la lucha continua -- con otros, con nosotros mismos y con el medio circundante -- arruinar�a la Tierra. "El mundo seguir� cambiando dram�ticamente, pero la lucha y la guerra pueden destruirnos totalmente. Lo que ahora necesitamos son t�cnicas de armon�a y no de enfrentamiento. Se requiere el Arte de la Paz y no el Arte de la Guerra." Morihei ense�� el Arte de la Paz como una disciplina creativa del cuerpo y de la mente, como un medio pr�ctico de manejarse ante la agresi�n y como un medio de vida que alimenta el coraje, la sabidur�a, el amor y la amistad. Interpretaba el Arte de la Guerra en el sentido m�s amplio posible y cre�a que su principio de reconciliaci�n, armon�a, cooperaci�n y empat�a pod�a ser aplicado valerosamente a todos los desaf�os que la vida nos presenta en las relaciones personales, en la interacci�n con la sociedad, en el trabajo y en los negocios y en la relaci�n con la naturaleza. Todo hombre puede ser un guerrero por la paz.


Aunque el Aikido se origin� con Morihei en Jap�n, intenta ser un don para toda la humanidad. Algunos han elegido, o elegir�n en el futuro, el Aikido como su propio Camino particular, practic�ndolo sobre las esteras y aplic�ndolo a su vida cotidiana. Muchos m�s han sido y ser�n, espero, inspirados por el mensaje universal del Arte de la Paz y sus implicaciones para nuestro mundo.

� La divina belleza. Del cielo y de la Tierra.



� Toda la creaci�n, miembros de una familia.



� Las citas de este libro han sido compiladas de las charlas reunidas de Morihei, de sus poemas y caligraf�as y de la tradici�n oral.



� El t�rmino ki aparece en algunos lugares; se refiere a la energ�a sutil que impulsa el universo, la vitalidad que impregna la creaci�n y que mantiene a todas las cosas juntas.



� El Arte de la Paz comienza contigo. Trabaja sobre ti mismo y con la tarea que te ha sido asignada en el Arte de la Paz. Todos tenemos un esp�ritu que puede ser refinado, un cuerpo que puede ser entrenado de cierta manera, un sendero conveniente para seguir. Est�s aqu� con el solo prop�sito de darte cuenta de tu divinidad interior y manifestar tu iluminaci�n innata. Alimenta la paz en tu propia vida y luego aplica el Arte a todo lo que encuentres.



� No son necesarios edificios, dinero, poder o prestigio para practicar el Arte de la Paz. El cielo est� exactamente all� donde te hallas y ese es el lugar para entrenarse.



� Todas las cosas, materiales y espirituales, surgen de una misma fuente y est�n relacionadas como si formaran una familia. El pasado, el presente y el futuro est�n contenidos en la fuerza de la vida. El Universo emergi� y se desarrollo desde una fuente �nica, y nosotros evolucionamos a trav�s del proceso �ptimo de unificaci�n y armonizaci�n.



� El Arte de la Paz es la medicina para un mundo enfermo. En el mundo existen el mal y el desorden porque la gente ha olvidado que todas las cosas emanan de una sola fuente. Regresa a esa fuente y deja atr�s todo pensamiento autocentrado, todo deseo mezquino y toda ira. Aquellos que son pose�dos por la nada poseen todo.



� Si no te has unido a la verdadera vacuidad, nunca comprender�s el Arte de la Paz.



� El Arte de la Paz funciona en todas partes en la Tierra, desde la vastedad del espacio hasta la m�s peque�a planta o el m�s peque�o animal. La fuerza de la vida lo penetra todo y su fortaleza es ilimitada. El Arte de la Paz nos permite percibir y recurrir a esa enorme reserva de Energ�a Universal.



� Ocho fuerzas sostienen la Creaci�n: movimiento y quietud, solidificaci�n y fluidez, extensi�n y contracci�n, unificaci�n y divisi�n.



� La vida es crecimiento. Si detenemos el crecimiento, t�cnica y espiritualmente, somos tan �tiles como cad�veres. El Arte de la Paz es la celebraci�n del enlace del cielo, la tierra y la humanidad. Es todo lo verdadero, lo bueno y lo bello.



� Una y otra vez ser� necesario que te retires entre monta�as profundas y valles ocultos para restablecer tu lazo con la fuente de vida. Inspira y d�jate elevar a los confines del Universo; expira y deja al cosmos regresar dentro de ti. Luego aspira toda la fecundidad y vitalidad de la Tierra. Por �ltimo, combina el aliento del cielo y el aliento de la tierra con el tuyo propio, transform�ndote en el aliento mismo de la vida.



� Todos los principios del Cielo y de la Tierra est�n vivos dentro de ti. La vida misma es la verdad y esto nunca cambiar�. Todo, en el Cielo y en la Tierra, respira. La respiraci�n es el hilo que ata la creaci�n y la mantiene unida. Cuando la mir�ada de variaciones de la respiraci�n universal pueden ser percibidas, nacen las t�cnicas individuales del Arte de la Paz.



� Considera el flujo y reflujo de la marea. Cuando las olas vienen a golpear la orilla, se alzan y caen provocando un sonido. Tu respiraci�n deber�a seguir el mismo patr�n, absorbiendo el Universo entero en tu vientre con cada inhalaci�n. Debes saber que todos tenemos acceso a cuatro tesoros: la energ�a del Sol y de la Luna, la respiraci�n del Cielo, la respiraci�n de la Tierra y el flujo y reflujo de la Marea.



� Aquellos que practican el Arte de la Paz deben proteger los dominios de la Madre Naturaleza, divino reflejo de la creaci�n, y mantenerla bella y fresca. La calidad del guerrero da origen a la belleza natural. Las t�cnicas sutiles de un guerrero surgen tan naturalmente como aparecen la primavera, el verano, el oto�o y el invierno. La calidad del guerrero no es otra cosa que la vitalidad que sustenta toda la vida.



� Cuando la vida es victoriosa, hay nacimiento; cuando impedida, hay muerte. El guerrero est� permanentemente dedicado a una lucha de vida o muerte por la paz.



� Contempla las obras de este mundo, escucha las palabras del sabio y toma todo lo que es bueno como propio. Con esto como base, abre tu propia puerta a la verdad. No desprecies la verdad que est� justo ante ti. Observa como fluye el agua en el arroyo de un valle, suave y libremente entre las rocas. Aprende tambi�n de los libros sagrados y de la gente sabia. Cada cosa -- incluyendo r�os y monta�as, plantas y �rboles -- deber�a ser tu maestro.



� Crea cada d�a nuevamente visti�ndote con Cielo y Tierra, ba��ndote con sabidur�a y amor y coloc�ndote en el coraz�n de la Madre Naturaleza.



� No dejes de aprender de la voz pura del arroyo de monta�a que fluye eternamente salpicando las rocas.



� La paz se origina con el fluir de las cosas, su coraz�n es como el movimiento del viento y de las olas. El camino es como las venas que hacen circular la sangre a trav�s de nuestros cuerpos, siguiendo el curso natural de la fuerza de la vida. Si est�s separado siquiera un poco de la esencia divina, est�s lejos del sendero.



� Tu coraz�n est� lleno de semillas f�rtiles esperando brotar. Del mismo modo que una flor de loto surge del lodo para florecer en todo su esplendor, la interacci�n de la respiraci�n c�smica hace florecer el esp�ritu para que de fruto en este mundo.



� Estudia las ense�anzas del pino, del bamb� y del pimpollo del ciruelo. El pino est� siempre verde, firmemente enraizado y es venerable. El bamb� es fuerte, resistente e inquebrantable. El pimpollo del ciruelo es vigoroso, perfumado y elegante.



� Mant�n siempre tu mente tan luminosa y clara como el vasto cielo, el gran oc�ano y el pico m�s alto: vac�a de todo pensamiento. Mant�n siempre tu cuerpo lleno de luz y calor. Ll�nate a ti mismo con el poder de la sabidur�a y la iluminaci�n.



� Tan pronto como te ocupes del "bien" y el "mal" de tus semejantes, creas una abertura en tu coraz�n por la que entra la malicia. Examinar, competir y criticar a otros te debilita y te derrota.



� El brillo penetrante de las espadas sostenidas por los seguidores del Camino golpea al malvado enemigo escondido en el interior profundo de sus propios cuerpos y almas.



� El Arte de la Paz no es f�cil. Es una lucha hasta el fin, la matanza de los malos deseos y de la falsedad interior. En algunas ocasiones, la voz de la paz resuena como un trueno, sacudiendo a los seres humanos y sac�ndolos de su letargo.



� Clara como el cristal, aguda y brillante, la espada sagrada no admite sitio para alojar al mal.



� Para practicar adecuadamente el Arte de la Paz debes: calmar el esp�ritu y retornar a la fuente. Eliminar toda malicia, ego�smo y deseo para limpiar el cuerpo y el esp�ritu. Sentir eterna gratitud por los dones recibidos del Universo, de tu familia, de la Madre Naturaleza y de tus semejantes.



� El Arte de la Paz est� basado en cuatro grandes virtudes: valor, sabidur�a, amor y amistad, simbolizadas por el Fuego, el Cielo, la Tierra y el Agua.



� La esencia del Arte de la Paz es limpiar tu ser de malicia, armonizar con tu ambiente y despejar tu sendero de todos los obst�culos y barreras.



� La �nica cura para el materialismo es la limpieza de los 6 sentidos (ojos, o�dos, nariz, lengua, cuerpo y mente). Si los sentidos est�n obstruidos, la percepci�n se enturbia. Cuanto m�s turbia la percepci�n, m�s se contaminan los sentidos. Esto crea desorden en el mundo y ese es el mal m�s grande. Refina tu coraz�n, libera los 6 sentidos y d�jalos funcionar sin obstrucciones, y tu cuerpo y alma enteros brillar�n.



� Toda vida es una manifestaci�n del esp�ritu, la manifestaci�n del amor. Y el Arte de la Paz es la forma m�s pura de ese principio. Un guerrero es responsable de detener toda discusi�n y toda lucha. El amor universal funciona de formas diversas; a cada manifestaci�n se le debe permitir libre expresi�n. El Arte de la Paz es verdadera democracia.



� Todos y cada uno de los maestros, sin importar �poca o lugar, recibieron la llamada y alcanzaron la armon�a con el cielo y la tierra. Hay muchos senderos que llevan a la cima del monte Fuji, pero hay una sola cumbre: el Amor.



� La lealtad y la devoci�n hacen al valiente. La valent�a conduce al esp�ritu de sacrificio. El esp�ritu de sacrificio genera confianza en el poder del amor.



� La econom�a es la base de la sociedad. Cuando la econom�a es estable la sociedad se desarrolla. La econom�a ideal une lo espiritual y lo material, y las mejores mercanc�as con las cuales comerciar son la sinceridad y el amor.



� El Arte de la Paz no se apoya en armas ni en la fuerza bruta para triunfar; en lugar de eso nos afinamos con el Universo, mantenemos la paz en nuestros �mbitos, nutrimos la vida y evitamos la muerte y la destrucci�n. El verdadero significado de la palabra samurai es aquel que sirve y adhiere al poder del amor.



� Alberga y refina el esp�ritu del guerrero mientras prestas tu servicio en el mundo; ilumina el sendero de acuerdo a tu luz interior.



� El sendero de la paz es extremadamente vasto: refleja el prop�sito de ambos mundos, el manifiesto y el oculto. El guerrero es el templo viviente de lo divino, el que est� al servicio de ese prop�sito.



� Tu mente deber�a armonizar con el funcionamiento del universo; tu cuerpo, con el movimiento del universo; cuerpo y mente formando una unidad que se unifica con la actividad del Universo.



� A pesar de que nuestro sendero es completamente diferente de las artes guerreras del pasado no es necesario abandonar totalmente los modos antiguos. Absorbe las tradiciones venerables en el nuevo arte revisti�ndolas con prendas frescas y construye todos los estilos cl�sicos para crear mejores formas.



� El entrenamiento diario en el Arte de la Paz hace que tu divinidad interior brille cada vez m�s. No te ocupes de lo bueno y lo malo de los otros. No est�s haciendo cuentas, act�a con naturalidad. Mant�n tu mente dirigida al Arte de la Paz, y no critiques otras ense�anzas o tradiciones. El Arte de la Paz no restringe, ni limita ni pone trabas a ninguna cosa. Lo abraza todo y todo lo purifica.



� Practica el Arte de la Paz con sinceridad, y los malos pensamientos y malas acciones desaparecer�n naturalmente. El �nico deseo que debe permanecer es la sed por capacitarse cada vez m�s en el sendero.



� Los que han alcanzado la iluminaci�n nunca cesan de trabajarse a s� mismos. La comprensi�n de tales maestros no puede expresarse en palabras o en teor�as. Las acciones m�s perfectas son el eco de patrones que se encuentran en la naturaleza.



� D�a tras d�a adi�strate a ti mismo, refinando tu t�cnica: �usa el Uno para atacar lo M�ltiple! Esa es la disciplina del guerrero.



� El camino del guerrero no se puede abarcar con palabras o por carta: �Capta la esencia y avanza hacia la comprensi�n!



� El prop�sito del entrenamiento es tensar lo flojo, fortalecer el cuerpo y pulir el esp�ritu.



� El hierro est� lleno de impurezas que lo debilitan; la forja lo transforma en acero y hace de �l una espada filosa. Los seres humanos se desarrollan del mismo modo.



� Desde tiempos antiguos, el valor y el conocimiento han sido los dos pilares del Sendero: a trav�s de la virtud del entrenamiento, ilumina tu cuerpo y tu esp�ritu.



� Los instructores solo pueden impartir fragmentos de ense�anza. Los misterios del Arte de la Paz surgen a la vida a trav�s de tu propia abnegada pr�ctica.



� El camino del guerrero se basa en la humanidad, el amor y la sinceridad; el coraz�n del valor marcial es verdadera valent�a, sabidur�a, amor y amistad. Acentuar los aspectos corporales de la calidad del guerrero es in�til, porque el poder del cuerpo siempre es limitado.



� El verdadero guerrero siempre cuenta con tres armas: la radiante espada de la pacificaci�n; el espejo de la valent�a, la amistad y la sabidur�a; y la piedra preciosa de la iluminaci�n.



� El coraz�n del humano no se diferencia del alma de cielo y tierra. En tu pr�ctica ten siempre presente la interacci�n de cielo y tierra, agua y fuego, yin y yang.



� El Arte de la Paz es el principio de la no resistencia. Porque no es resistente, cuenta desde el comienzo con la victoria. Los que tienen malas intenciones o pensamientos pendencieros son derrotados instant�neamente. El Arte de la Paz es invencible porque contra nada lucha.



� En el Arte de la Paz no hay contiendas. El verdadero guerrero es invencible porque no lucha con nadie. Vencer significa derrotar la idea de disputa que albergamos en nuestra mente.



� Herir a un oponente es herirte a ti mismo. El Arte de la Paz es controlar la agresi�n sin producir da�os.



� El guerrero totalmente despierto puede utilizar libremente todos los elementos contenidos en cielo y tierra. El verdadero guerrero aprende a percibir correctamente la actividad del Universo y a transformar las t�cnicas marciales en veh�culos de pureza, bondad y belleza. La mente y el cuerpo del guerrero deben estar impregnadas de profunda calma y luminosa sabidur�a.



� Practica siempre el Arte de la Paz con vitalidad y alegr�a.



� Es necesario desarrollar una estrategia que utilice todas las codificaciones f�sicas y los elementos que est�n al alcance de la mano. La mejor estrategia se apoya en un conjunto ilimitado de respuestas.



� Una buena postura refleja la actitud correcta de la mente.



� La clave de la t�cnica es mantener manos, pies y caderas derechos y centrados. Si est�s centrado, puedes moverte con libertad. El centro de tu cuerpo es el vientre; si tu mente tambi�n est� all�, tienes la victoria asegurada en toda acci�n.



� Mu�vete como un haz de luz; vuela como el rayo,, golpea como el trueno, gira en c�rculos alrededor de un centro firme.



� Las t�cnicas emplean cuatro cualidades que reflejan la naturaleza de nuestro mundo. Seg�n las circunstancias debes ser duro como el diamante, flexible como el sauce, de suave fluir como el agua, o tan vac�o como el espacio.



� Si tu oponente te ataca con fuego, responde con agua, hazte totalmente m�vil y de libre fluir. El agua, por su naturaleza, nunca choca con nada ni se quiebra. Por el contrario, absorbe todo ataque y queda indemne.



� Funcionando en armonioso conjunto, la derecha y la izquierda dan origen a todas las t�cnicas. La mano izquierda se apodera de la vida y la muerte; la mano derecha las controla. Las cuatro extremidades del cuerpo son los cuatro pilares del cielo, y manifiestan las ocho direcciones, yin y yang, exterior e interior.



� Manifiesta yang, con tu mano derecha, equilibr�ndolo con el yin de tu izquierda, y gu�a a tu compa�ero.



� Las t�cnicas del Arte de la Paz no son r�pidas ni lentas, no est�n afuera ni adentro. Est�n m�s all� de tiempo y espacio.



� Brota de la Gran Tierra; �lzate como las Grandes Olas; enra�zate como un �rbol, descansa como una roca; usa el Uno para atacar Todo. �Aprende y olvida!



� Cuando se adelanta un oponente, enfr�ntalo y sal�dalo, si intenta retroceder, d�jalo seguir su camino.



� El cuerpo deber�a ser triangular, la mente circular. El tri�ngulo representa la generaci�n de energ�a y es la postura f�sica m�s estable, El c�rculo simboliza serenidad y perfecci�n, la fuente ilimitada de t�cnicas. El cuadrado representa la solidez, la base del control.



� Trata siempre de estar en comuni�n con cielo y tierra, de este modo el mundo se presentar� en su verdadero aspecto. La presunci�n se desvanecer� y podr�s armonizar con cualquier ataque.



� Si tu coraz�n es amplio como para abarcar a tus adversario, puedes ver a trav�s de ellos y evitar sus ataques. Una vez que los has abarcado, ser�s capaz de guiarlos por el camino que cielo y tierra te han se�alado.



� Libre de toda debilidad, no tendiendo a ignorar el crudo ataque de tus enemigos: �Osa y act�a!



� No encares este mundo con temor y rechazo. Afronta con valor todo lo que los dioses te ofrecen.



� Cada d�a de la vida humana contiene ira y alegr�as, dolor y placer, luz y oscuridad, crecimiento y decadencia. Cada momento est� marcado con el gran prop�sito de la naturaleza, no trates de oponerte o negar el orden c�smico de las cosas.



� Las t�cnicas de la Paz, protectoras de este mundo y guardianas del Camino de los dioses y los Budas, nos capacitan para hacer frente a todos los desaf�os.



� La vida misma es siempre una prueba. Al adiestrarte debes ponerte a prueba y refinarte para poder afrontar los grandes desaf�os de la vida. Trasciende los l�mites de la vida y la muerte, y entonces ser�s capaz de enfrentar con calma y seguridad cualquier crisis que se te presente.



� Agradece siempre, incluso las derrotas, las penurias y a las personas malas. Aprender a moverse con tales obst�culos es una parte esencial del entrenamiento en el Arte de la Paz.



� El fracaso es la clave del �xito. Cada error nos ense�a algo.



� En situaciones extremas, el universo entero se transforma en nuestro enemigo, en momentos tan cr�ticos, la unidad de mente y t�cnica es esencia: �no permitas que tu coraz�n titubee!



� En el momento en que un guerrero confronta al enemigo, todas las cosas caen bajo el foco de su mirada.



� A�n cuando te reclame un solo enemigo, permanece en guardia, porque siempre est�s rodeado por legiones de enemigos.



� El Arte de la Paz es completar lo faltante.



� Para poder iluminar el Sendero es necesario estar preparado para recibir el noventa y nueve por ciento del ataque enemigo y enfrentar el rostro de la muerte.



� En nuestras t�cnicas entramos completamente, nos mezclamos en totalidad y controlamos con firmeza un ataque. La fuerza se encuentra cuando el ki es estable y est� concentrado, la confusi�n y la malicia surgen cuando el ki se estanca.



� Existen dos tipos de ki: El ki mundano es pesado y denso, el ki verdadero es liviano y vers�til.





� Para desempe�arse bien, debes liberarte del ki mundano e impregnar tus �rganos con ki verdadero. Esta es la base de una t�cnica poderosa.



� En el Arte de la Paz atacamos. Atacar es prueba de que uno est� fuera de control. Nunca huyas de un desaf�o, pero no trates de eliminar o controlar a un oponente de manera antinatural. Deja que los atacantes se acerquen del modo en que quieran y m�zclate con ellos. Nunca persigas a un oponente. Reorienta todo ataque y mantente firmemente atr�s.



� Al verme frente a �l, el enemigo ataca, pero para ese momento ya me encuentro firme y seguro detr�s de �l.



� Cuando te atacan, unifica las partes superior, media y baja de tu cuerpo. Entra, gira y m�zclate con tu oponente, frente y espalda, derecha e izquierda.



� Tu esp�ritu es el verdadero escudo.



� Continuamente los oponentes nos confrontan, pero en realidad no hay all� oponente alguno. Entra profundamente en el ataque y neutral�zalo atrayendo la fuerza que va en direcci�n errada hacia tu propia esfera.



� No mires fijamente los ojos de tu oponente, podr�a hipnotizarte. No fijes tu mirada en su espalda, podr�a intimidarte. No enfoques la mirada en tu oponente: podr�a absorber tu energ�a. La esencia del adiestramiento es atraer completamente a tu oponente dentro de tu esfera. Entonces podr�s situarte donde desees.



� Hasta el m�s poderoso de los seres humanos tiene una esfera de fuerza limitada. S�calo de esa esfera y atr�elo a la tuya; su fuerza se disipar�.



� A izquierda y derecha, evita todos los cortes y paradas. �Capta los pensamientos de tu oponente y dis�palos!



� El verdadero Arte de la Paz es no sacrificar uno solo de tus guerreros para vencer al enemigo. Derrota a tus enemigos manteni�ndote siempre en una posici�n inatacable y a salvo; entonces, no habr� p�rdidas en ning�n bando. El camino del guerrero, el arte de la pol�tica, es detener el conflicto antes de que se inicie. Consiste en derrotar al adversario espiritualmente, haci�ndole ver la locura de su acci�n. El camino del guerrero es establecer la armon�a.



� Domina las t�cnicas divinas del Arte de la Paz y no habr� enemigo que se atreva a desafiarte.



� En tu adiestramiento, no te apresures, ya que dominar lo b�sico y llegar al primer pelda�o lleva un m�nimo de 10 a�os. Nunca te imagines ser maestro de la perfecci�n que todo lo conoce; debes continuar tu entrenamiento diario junto a tus amigos y disc�pulos y progresar juntos en el Arte de la Paz.



� El progreso llega a aquellos que se adiestran ininterrumpidamente; confiar en t�cnicas secretas no te llevar� a ninguna parte.



� Jugar con una y otra t�cnica es de poca utilidad. �Act�a con decisi�n y sin reservas!



� Si percibes la verdadera forma de cielo y tierra, ver�s con claridad tu forma verdadera. Cuando ves con claridad un determinado principio, puedes ponerlo en pr�ctica. Despu�s de cada aplicaci�n pr�ctica, reflexiona sobre tus esfuerzos. Progresa constantemente de este modo.



� El Arte de la Paz puede resumirse as�: la verdadera victoria es la victoria sobre s�. �Que ese d�a llegue con premura! La "verdadera victoria" significa coraje temerario; "victoria sobre s�", simboliza esfuerzos sin titubeos, y "�Que ese d�a llegue con premura! " representa el momento glorioso del triunfo en el aqu� y ahora.



� Arroja fuera de ti los pensamientos que limitan y regresa a la verdadera vacuidad. Sit�ate en el medio del gran vac�o. Este es el secreto del camino del guerrero.



� Para poner verdaderamente en pr�ctica el Arte de la Paz, debes ser capaz de jugar libremente en el reino manifiesto, en el oculto y en el divino.



� Si concibes el Arte de la Paz, este dif�cil sendero, tal como es, abarca el c�rculo del cielo.



� Las t�cnicas del Arte de la Paz cambian constantemente; cada encuentro es �nico, y la respuesta adecuada debe surgir con naturalidad. Las t�cnicas de ma�ana ser�n diferentes a las de hoy. No te dejes atrapar por la forma y apariencia de un desaf�o. El Arte de la Paz no tiene forma; es el estudio del esp�ritu.



� Finalmente, debes olvidar las t�cnicas. Cuanto m�s groseras menos ense�anzas hay. El gran sendero verdaderamente es un No Sendero.



� El Arte de la Paz que yo practico tiene sitio para los ocho millones de dioses del mundo, y yo coopero con todos ellos. El Dios de la Paz es muy grande y conjuga todo lo que es divino e iluminado en la tierra.



� El Arte de la Paz es una forma de plegaria que genera luz y calor. Olvida tu peque�o ser, lib�rate del apego a todo objeto, y emanar�s luz y calor. La luz es sabidur�a; el calor es compasi�n.



� Lo divino no es algo lejano y por encima de nosotros. Est� en el cielo, est� en la tierra, est� dentro de nosotros.



� �nete al cosmos, y la idea de trascendencia desaparecer�. La trascendencia pertenece al mundo profano. Cuando todo vestigio de trascendencia se desvanece, la persona verdadera -- el ser Divino -- se manifiesta. Vac�ate a ti mismo y deja que trabaje lo divino.



� Lo Divino no desea estar encerrado en un edificio. Lo divino anhela el espacio abierto. Est� aqu�, precisamente en este cuerpo. Cada uno de nosotros es un Universo en miniatura, un templo viviente.



� Cuando reverencias profundamente el Universo, recibes reverencias; cuando pronuncias el nombre de Dios, resuena en tu interior.



� El Arte de la Paz es la religi�n que no es una religi�n; totaliza y completa todas las religiones.



� El Sendero es extraordinariamente vasto. Desde tiempos antiguos hasta el presente, hasta los m�s grandes sabios fueron incapaces de percibir y comprender la verdad completa; las explicaciones y ense�anzas de santos y maestros solo expresan una parte del todo. Nadie puede expresarlo �ntegramente. Simplemente encam�nate hacia la luz y el calor, aprende de los dioses, y a trav�s de la virtud de la pr�ctica abnegada del Arte de la Paz hazte Uno con lo Divino.


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