En el arte de la guerra, Sun Tzu dice: La fuerza es la energ�a acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los expertos son capaces de vencer al enemigo creando una percepci�n favorable en ellos, as� obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza.
Gobernar sobre muchas personas como si fueran poco es una cuesti�n de dividirlas en grupos o sectores: es organizaci�n. Batallar contra un gran n�mero de tropas como si fueran pocas es una cuesti�n de demostrar la fuerza, s�mbolos y se�ales.
Se refiere a lograr una percepci�n de fuerza y poder en la oposici�n. En el campo de batalla se refiere a las formaciones y banderas utilizadas para desplegar las tropas y coordinar sus movimientos.
Lograr que el ej�rcito sea capaz de combatir contra el adversario sin ser derrotado es una cuesti�n de emplear m�todos ortodoxos o heterodoxos.
La ortodoxia y la heterodoxia no es algo fijo, sino que se utilizan como un ciclo. Un emperador que fue un famoso guerrero y administrador, hablaba de manipular las percepciones de los adversarios sobre lo que es ortodoxo y heterodoxo, y despu�s atacar inesperadamente, combinando ambos m�todos hasta convertirlo en uno, volvi�ndose as� indefinible para el enemigo.
Que el efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas sobre huevos, es una cuesti�n de lleno y vac�o.
Cuando induces a los adversarios a atacarte en tu territorio, su fuerza siempre est� vac�a (en desventaja); mientras que no compitas en lo que son los mejores, tu fuerza siempre estar� llena. Atacar con lo vac�o contra lo lleno es como arrojar piedras sobre huevos: de seguro se rompen.
Cuando se entabla una batalla de manera directa, la victoria se gana por sorpresa.
El ataque directo es ortodoxo. El ataque indirecto es heterodoxo.
S�lo hay dos clases de ataques en la batalla: el extraordinario por sorpresa y el directo ordinario, pero sus variantes son innumerables. Lo ortodoxo y lo heterodoxo se originan rec�procamente, como un c�rculo sin comienzo ni fin; �qui�n podr�a agotarlos?
Cuando la velocidad del agua que fluye alcanza el punto en el que puede mover las piedras, �sta es la fuerza directa. Cuando la velocidad y maniobrabilidad del halc�n es tal que puede atacar y matar, esto es precisi�n. Lo mismo ocurre con los guerreros expertos: su fuerza es r�pida, su precisi�n certera. Su fuerza es como disparar una catapulta, su precisi�n es dar en el objetivo previsto y causar el efecto esperado.
El desorden llega del orden, la cobard�a surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.
Si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraerlos, primero tienes que organizar el orden, porque s�lo entonces puedes crear un desorden artificial. Si quieres fingir cobard�a para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que ser extremadamente valiente, porque s�lo entonces puedes actuar como t�mido de manera artificial. Si quieres fingir debilidad para inducir la arrogancia en tus enemigos, primero has de ser extremadamente fuerte porque s�lo entonces puedes pretender ser d�bil.
El orden y el desorden son una cuesti�n de organizaci�n; la cobard�a es una cuesti�n valent�a y la de �mpetu; la fuerza y la debilidad son una cuesti�n de la formaci�n en la batalla.
Cuando un ej�rcito tiene la fuerza del �mpetu (percepci�n), incluso el t�mido se vuelve valiente, cuando pierde la fuerza del �mpetu, incluso el valiente se convierte en t�mido. Nada est� fijado en las leyes de la guerra: �stas se desarrollan sobre la base del �mpetu.
Con astucia se puede anticipar y lograr que los adversarios se convenzan a s� mismos c�mo proceder y moverse; les ayuda a caminar por el camino que les traza. Hace moverse a los enemigos con la perspectiva del triunfo, para que caigan en la emboscada.
Los buenos guerreros buscan la efectividad en la batalla a partir de la fuerza del �mpetu (percepci�n) y no dependen s�lo de la fuerza de sus soldados. Son capaces de escoger a la mejor gente, desplegarlos adecuadamente y dejar que la fuerza del �mpetu logre sus objetivos.
Cuando hay entusiasmo, convicci�n, orden, organizaci�n, recursos, compromiso de los soldados, tienes la fuerza del �mpetu, y el t�mido es valeroso. As� es posible asignar a los soldados por sus capacidades, habilidades y encomendarle deberes y responsabilidades adecuadas. El valiente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de centinela, y el inteligente puede estudiar, analizar y comunicar. Cada cual es �til.
Hacer que los soldados luchen permitiendo que la fuerza del �mpetu haga su trabajo es como hacer rodar rocas. Las rocas permanecen inm�viles cuando est�n en un lugar plano, pero ruedan en un plano inclinado; se quedan fijas cuando son cuadradas, pero giran si son redondas. Por lo tanto, cuando se conduce a los hombres a la batalla con astucia, el impulso es como rocas redondas que se precipitan monta�a abajo: �sta es la fuerza que produce la victoria. |