Enamoramiento: Cómo elegimos pareja
Un reciente estudio del Instituto de Tecnología de Massachussets acerca de la parte del cuerpo hacia la que más miramos para decidir el atractivo erótico reflejaba esa diversidad. En lo que más se fijaban un cierto tanto por ciento de mujeres era en el aspecto físico general, para otro tanto por ciento similar lo más importante eran los ojos, en otras, la estatura, otras los hombros, otras el cabello, otras el trasero… Y lo mismo en los hombres: la estatura, los ojos, los senos, el cabello y el culo atraen con fuerza similar su mirada. En resumen: una gran cantidad de factores que se mezclan con un peso diferente en la puntuación final y explican nuestra diversidad de criterios estéticos.
Pero el ser humano es seducido también a través de los otros sentidos. Se investiga mucho últimamente, por ejemplo, el olfato, quizás por ser el sentido más primario. A través de éste nos llegan nuestras primeras sensaciones y, de hecho, la memoria olfativa es la que más directamente se asocia a lo visceral. De hecho, según muchos antropólogos, seguimos besándonos para olernos civilizadamente, porque el olor de una persona sigue consiguiendo poner en marcha todo nuestro organismo.
La heterogeneidad de gustos humana se explica en parte por la importancia del olfato. Una reciente encuesta realizada por la doctora Ingebore Ebberfeld, de la Universidad de Bremen, encontraba una enorme variedad de gustos olfativos. Muchas personas se excitan con el olor del pecho o del aliento de su amado. Pero es que además, una gran cantidad de interrogados (23’1%) manifiestan que les atrae eróticamente el olor de las axilas, bastantes más (31’9%) los efluvios del pene y más aún (43’4%) los de la vagina. Incluso otras zonas corporales (como los pies) gozan de catadores olorosos. La citada investigación reflejaba también diferencias de género como base de esa heterogeneidad: a las mujeres, por ejemplo, les atrae más el perfume post-coito: un 26% reconocen sentirse muy excitadas con la mezcla de aromas que caracteriza la consumación de un acto sexual.
Enamoramiento: Cómo elegimos pareja
La evolución de los criterios selectivos
Para complicar más aún el mosaico de nuestra selección sexual y proporcionar más variedad de opciones, las últimas investigaciones nos hablan de la importancia del momento personal o de la situación en la que estemos inmersos. David Schmidt, por ejemplo, nos recuerda que hay diversos estudios que muestran que las mujeres son más propensas a tener aventuras mientras están ovulando y que, en ese momento, prefieren a hombres de rasgos más masculinos y simétricos (indicadores de mejor salud y genes más competitivos). Sin embargo, el resto del tiempo, eligen como más atractivos a hombres con aspecto “más familiar”. Esto se debe, según este investigador, a que las mujeres tienen una “doble estrategia” que consiste en tener una pareja más comprometida que ayudará a la crianza, (aunque su aspecto indique peor dotación genética) y optar, de vez en cuando, por la mejora en momentos puntuales de la ovulación. El alto porcentaje de embarazos después de aventuras puntuales extramatrimoniales parece que le da la razón.
¿Hacia dónde irá el futuro? Muchas de las variables que usamos (de forma inconsciente) hoy en día han sido seleccionadas por la evolución para responder a determinadas circunstancias ambientales. A medida que éstas cambian, adaptaremos nuestros criterios. Por ejemplo, la necesidad femenina de una persona que ayude en la crianza puede ser cada vez menos apremiante. Y quizás por eso, en una reciente investigación la profesora Fhionna Moore, de la Universidad de Sant Andrews, encuentra que cada vez es más importante el estatus femenino: el poder económico de la mujer implica mayor número de parejas y más atractivo. Quizás en un mundo futuro, una madre que pueda sacar adelante a sus hijos de forma individual será un valor en alza.
Y por supuesto, no se puede acabar sin recordar el factor que explica muchos de nuestros “desastres”: el enamoramiento inhibe nuestra capacidad para razonar analíticamente. A los seres humanos, en general, nos gustan las certezas sobre los demás (Cesare Pavese, “el arte de vivir consiste en el arte de aprender a creer en las mentiras”) y el amor nos exige que aceleremos ese proceso para conseguirlas lo antes posible. Los Estafadores Emocionales se aprovechan de este estado. Cuando amamos, queremos que la vida de la otra persona haya comenzado cuando nos conoció… Y por eso no hacemos preguntas del tipo de “¿Por qué rompiste con tu última pareja?” o ”¿qué opinas de tus ex?” que tanto nos ayudarían a conocer a la otra persona.
Cuando estamos enamorándonos, tampoco queremos saber qué opina el otro realmente de ciertas características nuestras y si pretende cambiarlas: el realismo hacia el futuro no cabe en el amor primero. Por otra parte, la persona amada existe únicamente cuando está con nosotros: nadie pregunta cómo es esa persona cuando el individuo que se ha enamorado de ella no está delante. Y además, cuando amamos, el otro se convierte en parte de nosotros: sospechar que nos miente sería esquizofrénico, algo similar a creer que nos estamos estafando a nosotros mismos.
Y es que lo decían en American Beauty: “Nunca hay que menospreciar el poder del autoengaño”.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013/03/11/como-elegimos-pareja-y-en-que-nos-solemos-equivocar-116501/
|